LOS MURMULLOS
Los artistas involucrados en el montaje de Los Murmullos deciden meter los pies en el barro de la historia argentina más reciente. Todos los elementos de la escena -actores, texto, escenografía, iluminación, música- se ubican del lado oscuro de la luna teatral y asumen una mirada políticamente incorrecta sobre un tema sensible: los hijos de los desaparecidos de la última dictadura militar. La anécdota es breve como tal pero su desarrollo formal es impactante y molesto. Siguiendo el curso de Dante y Virgilio, un hijo de desaparecido regresa al centro de detención en donde su padre fue desaparecido para conversar con su fantasma. Contra toda predicción, la charla no es amable sino amarga: el hijo ha regresado a reclamarle a su padre el haber optado por la lucha política y no haber elegido ser su padre, dilema histórico de generaciones sin solución posible. Así, Rosario, el protagonista, decide romper con la cadena de mandatos paternos, que han sacrificado a sus hijos, devorándolos como Saturno. Como una película en cámara rápida hechas con materiales encontrados, el montaje de Los Murmullos nos enfrenta a una especie de vorágine de citas y referencias que alimentaron los últimos 40 años de historia.