HAMLET DE WILLIAM SHAKESPEARE
En una herrería oxidada -metáfora de un Elsinor disfuncional o de la metástasis de una nación- todos los personajes juegan sus papeles asignados en el original por el Bardo, pero enrarecidos por un lenguaje que traiciona sus acciones. Pareciera que el decir hace más que el hacer. En el drama isabelino se cuela la historia argentina como por un colador. La tragedia de las generaciones masacradas por mandato paterno se disfraza y asume sus trajes de épocas, que a la vez se desnuda. Y en su desnudez aparecen las Malvinas como las islas inglesas a las que es enviado Hamlet para ser asesinado por un padre borrachín con aliento a whisky barato, que es aclamado por el pueblo. ¿Cuál es el peor rey, Hamet I o Claudio? Por otra parte, el montaje del texto de Luis Cano juega con uno de los tantos aspectos de la poética shakespeareana: la del teatro dentro del teatro, o el mundo como escenario (totus mundus agit histrionem), como estrategia de desenmascaramiento del rey , del jefe -el público-, como para poner en duda sus gustos, convicciones y sentencias acerca del hecho teatral.