DOLOR EXQUISITO
Tomando como partida la obra plástico-conceptual homónima de Sophie Calle, se creó un espectáculo escénico con una teatralidad difusa, en el que tanto la narración del desencuentro amoroso como la documentación visual y sonora de ese viaje a Japón aparecen como una especie de superposición entre el texto original y la biografía real de la actriz que interpreta el texto. Japón es tomado como eje de la catástrofe. Es la fijación de esa catástrofe. Es el nombre propio de la misma. Por lo tanto, la imagen de Japón atraviesa toda la idea de esta especie de instalación teatral. La primera parte es una reconstrucción del itinerario de la artista en Tokio, que en esta estrategia de simulacro llevará a la actriz (alter ego de la Calle) a reproducir su itinerario y a documentar de forma visual y sonora su periplo, de modo de que esa simulación de documentación habilite el discurso de la segunda parte. En esta, la intérprete recorre el relato de su viaje, causante de su pérdida amorosa, cuantas veces sean necesarias -cotejándolas con relatos dolorosos de terceras personas- como para hacer desaparecer el dolor. Tomado como una continuidad del discurso desde lo femenino, que la dupla Emilio García Wehbi - Maricel Alvarez inició en 2005 con el montaje de Bambiland, de Elfriede Jelinek, la puesta en escena de Dolor Exquisito intenta indagar acerca de los límites entre lo real y lo ficcional, entre lo apócrifo y lo verdadero, entre lo doloroso y lo placentero desde una mirada quebrada por la pérdida amorosa. La puesta es un intento desesperado de esa mujer por calmar ese dolor; por transformar toda su angustia en un dolor exquisito. Entendiendo que las estrategias estético-conceptuales de Sophie Calle son la dilución de las nociones de verdadero y falso, de lo real vivido y lo real imaginado y del enigma de “el otro”, el montaje de este texto a través del alma descarnada de la actriz que repite sin cesar su dolor (que no es suyo pero que sí lo es, a la vez), su presencia única en la escena, y su espíritu monologador que preferiría ser dialogador, dan cuenta entonces de aquellos procedimientos planteados por la artista francesa hasta diluirse en un “entre”, entidad nueva, mitad verdad y mitad mentira, constituida por las almas doloridas de Sophie Calle y de Maricel Alvarez, la actriz que interpreta a su alter ego.